Echar a volar. Rumbo Guatemala

Entonces, que es Guatemala en nuestras vidas? Un destino? Preferimos llamarlo un trayecto, porque es el camino que hemos escogido para empezar una nueva aventura, y nos gusta.

Allí estábamos, tirados con nuestras mochilas en la entrada del aeropuerto de Guatemala City, con un desfase horario de siete horas y dieciocho de vuelo y escalas en total.

El encuentro fue más que emotivo, sobraban los abrazos y las sonrisas en nuestro rostro, Alma, Leo y Lucía llegaron con su coche y nos llevaron a su casa en San Lucas, aproximadamente a 30 minutos de la ciudad. Este fue el punto de partida y regreso durante una semana, para visitar los alrrededores, en concreto Antigua y Tecpán.

En solo una semana ya hemos vivido altibajos; momentos de pura magia y conexión con el lugar, así como situaciones de tensión, miedo y desesperación imprescindibles para valorar los buenos momentos.

ANTIGUA, la pequeña ciudad con la que nos relacionamos unos días, y muy bien, tanto que el segundo día paseando por el mercado para comprar unos chiltepes descubrimos una modificación muy bonita en el exterior del bolso de Lola! Lo rajaron finamente a ver si podían llevarse tajada, pero por suerte no consiguieron nada, no nos enteramos!

Visitamos Caobafarms, una pequeña granja con productos ecológicos que trabaja con varias cooperativas de Guatemala. Pudimos adentrarnos en ella y ver sus instalaciones, sus plantaciones, formas de cultivo y sus gallinas camperas que disfrutaban de un enorme espacio.

También vimos un concierto de country, bailamos tomamos unas cervezas y como no, tocamos la gaita. Tal sorpresa que unos días después, Juan Luis que es gerente del Hotel y Arte nos invitó a tocar y nos ayudo mucho para encontrar lugares donde poder hacer voluntariado, finalmente el último día lo encontramos pero ya teníamos entre ceja y ceja escaparnos a Atitlán y conocer la cultura y pueblos del lago.

Durante siete días vivimos con una familia maravillosa que nos abrió las puertas de su casa y nos ofreció no solo una posada, si no alegría felicidad y muchas risas. Gracias Alma por introducirnos en tu pequeña-gran familia y por mostrarnos una Antigua que sin ti no hubiera sido lo mismo. Así que, en este punto de la historia como los polluelos de su nido, echamos a volar y el viento nos arrastró hasta el lago Atitlán, un precioso y mágico lugar lleno de pueblos e idiomas diferentes todavía por descubrir.